Henri Rousseau. Jardines de Luxemburgo, Monumento a Chopin |
No hay duda, los buenos profesionales escuchan a sus pacientes. Empiezan haciendo preguntas abiertas y, a no ser que los pacientes se salgan del tema que están tratando, no suelen interrumpirles, sin demostrarles que tienen prisa a pesar de tener poco tiempo para dedicarles. Son médicos que siempre mantienen el contacto visual con sus pacientes, que no se esconden detrás de la pantalla del ordenador. La conclusión es que el paciente sale de la consulta sintiéndose escuchado y respetado.
Pero los buenos profesionales, además, tienen un "sexto sentido", me refiero a que son
capaces de "leer entre líneas”. Es vital escuchar a los pacientes, pero
los seres humanos somos complicados, y a veces no expresamos lo que queremos
decir o no decimos lo que sentimos, incluso puede que no sepamos exactamente cómo
nos sentimos. Podríamos decir que escuchar las palabras de un paciente, por sí
solas, no es suficiente.
En esta línea, hay
médicos excepcionales que han perfeccionado la habilidad de entender el
lenguaje no verbal de sus pacientes, así como las sutilezas del lenguaje oral
que ayudan a interpretar las historias que les explican con mayor precisión.
Esto les otorga el potencial de dar una atención de mayor calidad.
Esta
"ventana" que nos da información sobre el estado emocional del
paciente es muy importante. Es "información" potencialmente necesaria
y que no debe pasarse por alto en la atención personalizada.
Si profundizamos en
esta idea, deberíamos tener en cuenta que la interacción médico-paciente
implica a dos seres humanos. Por ello, en esta relación, además de los
sentimientos de este último, es importante tener en cuenta el estado emocional
del profesional, la situación anímica en la que se encuentre influirá
decididamente en la atención que reciba el paciente.
Para que esta
relación sea óptima, los pacientes deberían entender que los médicos también tienen
días malos, que se deprimen, a veces incluso están enfermos y pueden ser tan
irracionales como los propios pacientes. Incluso a veces se distraen, sus hijos
les dan problemas, o sus relaciones de pareja no pasan por buenos momentos, hay
a quien le afecta un trauma del pasado, y además puede que el paciente de la
anterior visita no haya sido un paciente fácil.
¿Qué sucede cuando
los médicos tienen reacciones emocionales delante de sus pacientes? ¿Pueden
perder fácilmente la objetividad? ¿La toma de decisiones, hacer un diagnóstico y
prescribir un tratamiento con un estado emocional alterado, puede poner en
peligro el buen trato del paciente?
Entonces, ¿Cuál sería
la respuesta a esta situación?
Desde mi punto de
vista creo que es importante poner atención y ser conscientes del nivel de
estrés y la carga emocional que se está soportando en el momento de atender a
los pacientes. Si es posible detectar una situación en la que hay reacciones
emocionales intensas, sean las que sean, deberían recordar que estas se pueden
reflejar en el estado de ánimo de sus pacientes, afectando de esta manera la
comunicación y por tanto su relación.
La respuesta pues, sería
conseguir el hábito de ser más conscientes de sus propias emociones, y así
evitar que pudiera alterarse el juicio clínico.
Y tú, ¿cual crees
que sería la respuesta?
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